Ciudades electrizantes en las que late el futuro. Una colección sin igual de ecosistemas y parajes naturales rebosantes de vida sobre los que reinan los Cinco Grandes. Una riqueza cultural e histórica que dan forma a un legado único. Así se define a un país al que el mundo entero contempla con asombro. Bienvenidos a Sudáfrica.
En cualquier momento del año, la llovizna más pertinaz y el sol más radiante se turnan, sin interrupción, para pintar el cielo de la bahía de la cosmopolita Durban, la tercera ciudad más grande de Sudáfrica. Así, entre playas pobladas por surfistas y vendedores ambulantes del popular bunny chow ─un pan de molde ahuecado relleno de curry y carne que se ha convertido en la mayor contribución africana a la street food mundial─, un arcoíris adorna casi constantemente la bahía de la ciudad, que acoge el puerto más grande de África. Un trasiego de gentes y mercancías define, tanto como ese arcoíris perpetuo, el carácter de un país cincelado por la naturaleza, la historia y, sobre todo, la diversidad.
No por nada ese arcoíris es el lema de Sudáfrica. Refleja su diversidad, única en el mundo, ejemplificada en las once lenguas oficiales, las tres ciudades con rango de capital o la miríada de religiones y pueblos que la habitan, y que tiene también su espejo en la infinidad de experiencias viajeras, únicas en el mundo, con las que el país aguarda a sus visitantes. Estas son algunas de ellas.
Por sus vibrantes ciudades
Varias rutas invitan a evadirse al volante. La más popular es la Ruta Jardín, que da forma a uno de los roadtrips más espectaculares del mundo, y que se extiende por el litoral sur sudafricano, entre los dos océanos.