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45 años de una epopeya: el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua

45 años de una epopeya: el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua

Corre septiembre de 1978 y Nicaragua es un polvorín. En Estelí, una ciudad del interior, fuerzas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y espontáneos civiles enfrentan a la Guardia Nacional, el brazo armado de la dictadura somocista que controla el país desde hace más de cuatro décadas. Aunque se trata de una epopeya casi imposible, se concreta y deja al descubierto que las fuerzas insurgentes tienen capacidad real de tomar el poder por la vía armada.

En la memoria histórica latinoamericana, la batalla de Estelí marcaba la reedición de viejas épicas. Momento de inflexión, multiplicó por cientos el número de combatientes y los actos de heroísmo en cruenta lucha contra un muy largo oprobio impuesto a sangre y fuego.

Tampoco para Washington pasó desapercibido el significado de esos hechos. En memorándum dirigido al entonces presidente Jimmy Carter (1977-1981), fechado el 15 de septiembre de ese año, se apunta que «la situación en Nicaragua se está deteriorando rápidamente» y se establecen posibles escenarios para la participación de la Casa Blanca, que abarcan el inmovilismo, el sostenimiento del régimen hasta conseguir una «transición del poder a elementos más moderados» y el respaldo a una oposición que permitiera «controlar a los sandinistas».

Tal era el nivel de implicación estadounidense en los asuntos internos nicaragüenses.

Largo brazo

En rigor, el control de EE.UU. sobre Nicaragua no comenzó con la dinastía Somoza, sino que se remonta a finales del siglo XIX con la aparición en escena de la United Fruit Company, la poderosa bananera que durante décadas ostentó un poder omnímodo en la vastedad del mapa centroamericano y devino en causa necesaria de la marcada desigualdad estructural que se instaló desde entonces.

Nicaragua bien pudo haber sido solo una parcela más en el «patio trasero» donde EE.UU. ejerció por primera vez su influencia y poderío. Pero entonces, entre 1927 y 1933, se produjo algo verdaderamente excepcional: bajo el mando de Augusto César Sandino, ‘General de Hombres Libres’, un ejército de campesinos depauperados puso en jaque no solo a los terratenientes sino también a la poderosa tropa de ocupación estadounidense.

Washington se vio forzado a retirar sus soldados, pero no dejó pasar la afrenta. Para saldarla, ya algo antes había creado la Guardia Nacional, un cuerpo militar concebido bajo la doctrina de la Escuela de las Américas. Liderado por el terrateniente y militar Anastasio Somoza García, ‘Tacho’, no pasó mucho antes de que se encargara de ejecutar con éxito el asesinato de Sandino y la restitución del tutelaje estadounidense. Se iniciaba una larga y dinástica tiranía.

Dinastía de terror

Con la muerte del gran abanderado de la soberanía y con el respaldo pleno del gobierno de Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), Somoza García, educado en EE.UU. y perteneciente a una élite local muy reducida, se erigió como la figura de poder por casi 20 años. E incluso más allá.

Durante sus dos mandatos (1937-1947) y (1950-1956), dirigió Nicaragua con mano de hierro: persiguió implacablemente a sus detractores, aprovechó su poderío para aumentar las arcas de su familia y se convirtió en un aliado incondicional de los intereses estadounidenses en la región, signados en ese tiempo por la naciente Guerra Fría y la feroz batalla contra todo nacionalismo, en especial si era sospechoso de comunista.

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